Charlotte Maclay - Encuentro Accidental, novelas romanticas

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//-->Encuentro accidentalCharlotte MaclayEncuentro accidental (1998)Título Original:Accidental roommates (1997)Editorial:Harlequin IbéricaSello / Colección:Julia 934Género:ContemporáneoProtagonistas:Holt Janson y Hannah JansenArgumento:Hannah estaba decidida a cambiar su futuro. Hasta aquel momento, habíasido la hija del ferretero de un pequeño pueblo de Minnessota, y lo que erapeor... aún seguía siendo virgen a sus veintiocho años. El viaje a Chicagopara debutar en la muestra de lencería podría ofrecerle la oportunidad decambiar las cosas.El destino le tenía reservado, gracias a una confusión en su reserva dehotel, un compañero con el que compartir habitación... y mucho más. Elúnico problema era que el sexy ranchero Holt Janson había decidido serresponsable y no seducirla...https://www.facebook.com/novelasgratisCapítulo 1Alojarse en un hotel de cuatro estrellas no era algo tan extravagante, se decíaHannah Jansen, mientras disfrutaba de la textura de aquella maravillosa toalla con laque se había cubierto el pelo recién lavado. Además la visita era sólo por negocios. Sila convención de fabricantes de lencería iba a celebrarse allí, era el lugar en el que elladebía estar, siempre y cuando quisiera vender sus diseños a una gran fábrica. Yquería hacerlo. Sin duda. Salió de la ducha y se envolvió con otra toalla tan esponjosacomo la anterior. «Esto sí que es vida», se dijo, sonriéndose en el espejo empañadopor el vaho de la ducha y que ocupaba toda la pared. Una filigrana dorada bordeabalas baldosas del suelo que simulaban mármol y había un precioso lavabo con griferíadorada colocado sobre una plataforma.¡Si sus paisanos de Crookston, Minnesota, pudieran verla en aquel momento,no se iban a reír poco!Al abrir la puerta del baño, una nube de vaho la precedió al dormitorio. Unacama enorme quedaba a su derecha y un gigantesco armario empotrado a la...¿Cómo es que se había dejado la puerta abierta?Rápidamente la cerró.—¿Qué demonios está pasando?Aquella voz masculina la catapultó a la acción. Incluso en Minnesota había oídohistorias sobre ladrones que se dedican a robar en las habitaciones de los hoteles delas grandes ciudades como Chicago y que hacían Dios sabe qué con los inocenteshuéspedes, así que con decisión, apoyó el hombro contra la puerta del armario yabrió las piernas para hacer más fuerza. Aquel tipo no iba a largarse con un solopenique de sus exiguas reservas. Ni iba a ponerle ni un solo dedo encima.—¡Apártese de la maldita puerta! —gritó. La voz era masculina, decidida, ymuy, muy enfadada.«Ni lo sueñes», se dijo. No hasta que todo un destacamento de policías llegase ala habitación para protegerla. Miró hacia la mesilla sobre la que estaba el teléfono.¿Botas de vaquero?Un cuarenta y cinco por lo menos, y muy gastadas, como si perteneciesen a unhombre acostumbrado a utilizarlas en el campo. Un hombre duro. Un hombrepeligroso. Los zapatos podían decir mucho de una persona, y el mensaje que aqueltipo le estaba enviado era francamente aterrorizador.Hannah tragó saliva. ¿Por qué un intruso dejaría las botas junto a su cama?Necesitaba alcanzar el teléfono de la mesilla para poder llamar a seguridad.—¡Déjeme salir de aquí!El dueño de las botas de montar empujó con fuerza la puerta y Hannah apretólos pies y las rodillas para resistirlo. No iba a rendirse de ninguna manera. Su vidaEscaneado por Lina y corregido por LailaNº Paginas 2-96https://www.facebook.com/novelasgratismisma, y probablemente hasta su virginidad tan tenazmente conservada, podíandepender de ello.Dios, ¿por qué tantas molestias para guardarla, para perderla después a manosde un vulgar ratero?Cuando la presión se redujo, estiró una pierna al máximo hacia el teléfono. Casilo había alcanzado cuando...Una figura enorme salió del armario con fuerza explosiva y la hizo caer al suelo.Hannah retrocedió para acurrucarse en un rincón entre la cama y la pared.—¡No! —gritó, avergonzada de la cobardía que le hizo apretar los ojos yabandonar su promesa de no perder el valor—. No tengo mucho dinero, pero es todotuyo. Todo.—¿Y por qué iba yo a querer su dinero?Abrió sólo un resquicio de su ojo. El hombre que la miraba con el ceño fruncidoera grande. Su pelo oscuro y pobladas cejas le daban un aspecto imponente.—¿No has venido a robar?—Lo que a mí me gustaría saber es qué hace usted en mi habitación.¿En su habitación?—O me explica qué demonios está pasando aquí, o llamo a seguridad.¿Qué él iba a llamar a seguridad? ¡Pero si era ella quien estaba a punto de serforzada! ¿O no?Se incorporó un poco, teniendo cuidado de que la toalla con la que se cubría elcuerpo no dejase nada comprometedor al descubierto. No estaba acostumbrada aenfrentarse cara a cara con un vaquero estando medio desnuda. Una desventaja.—Le aseguro, caballero, que ésta es mi habitación. Si tiene alguna duda, fíjeseen la tarjeta que hay sobre la mesa. Es mi llave, con la que he entrado en estahabitación hace una hora.Mientras Hannah seguía acurrucada en el rincón, el extraño se acercó a la mesa.Más bien se cimbreó hasta allí. Tenía unas caderas increíblemente delgadas, untrasero prieto, y unos muslos que moldeaban los viejos vaqueros como si fuesen unasegunda piel.De no haber estado tan asustada, aquella figura delgada y sexy la habríafascinado. Fascinado y avergonzado por la cadencia acelerada de su corazón.Lo cual no dejaba de ser una locura, ya que aquel desconocido podía ser inclusoun asesino en serie, y la posibilidad de ser su próxima víctima no le hacía ningunagracia, por muy sexy que fuese.Él examinó su tarjeta llave de la habitación, dio dos zancadas más y abrió lapuerta de un tirón.—¡Por favor! —se quejó cuando el aire frío invadió la habitación—. Que noestoy vestida.Escaneado por Lina y corregido por LailaNº Paginas 3-96https://www.facebook.com/novelasgratis—Ya me he dado cuenta, créame.El calor que le empezó más o menos por el dedo gordo del pie subió hasta susmejillas con la rapidez de una llama.El hombre introdujo la tarjeta en la cerradura y esperó un instante hasta que laluz verde se encendió.—Me temo que ha habido un error —concluyó al tiempo que cerraba la puerta.—Qué agudeza la suya —replicó ella, y se levantó del suelo para sentarse en elborde de la cama. Cuanto más la miraba aquel extraño, más parecía reducirse latoalla con que se cubría y más minúsculas se hacían sus proporciones. Sus ojos de unazul plateado estaban enmarcados por unas delgadas líneas de expresión que lehacían aún más atractivo.—Si fuera tan amable de recoger sus cosas —sugirió—, podría bajar a recepcióny aclarar el error. No ha ocurrido nada.Sólo un poco de aeróbic para el corazón.—Recepción era como una jaula de grillos cuando he llegado, y el botones aúnno me ha subido el equipaje.—Bien. Así le ahorrará el viaje.El hombre sonrió de medio lado.—Soy Holt Janson. Encantado de conocerla.—Hannah Jansen —contestó ella automáticamente, no demasiado complacidapor la situación.—¿Janson? —repitió él—. ¿Con o?—Con e.—Ah, esa debe haber sido la causa de nuestro problema.—De su problema. Y desearía que se marchase ya.—No sé si será posible. Antes le oí decir al recepcionista que el hotel estácompleto.—Estoy segura de que podrán encontrarle otra habitación.—He visto a un tipo ofrecerle un billete de cien dólares nuevecito alrecepcionista, y no ha conseguido nada.Desde luego ella no tenía un billete de cien, ni nuevecito ni viejecito.—Hay otros hoteles en Chicago.—Todos llenos. Han coincidido varias convenciones muy numerosas en laciudad. Esa es la razón de que ese tipo le ofreciera los cien dólares. Estabadesesperado.Hannah estaba empezando a compartir esa misma sensación.—Mire, señor Jansen...Escaneado por Lina y corregido por LailaNº Paginas 4-96https://www.facebook.com/novelasgratis—Con o.—Sí, bueno, espero que se comporte usted como un caballero con todo este lío.Estoy segura de que en recepción harán todo lo posible por subsanar el problema, ymientas tanto...—¿Por qué no se viste, Hannah? Bajaremos ambos a recepción y veremos quépodemos hacer.—Esta es mi habitación.Él hizo girar las tarjetas de la puerta entre sus dedos largos como si fuese unprestidigitador.—Pero las llaves las tengo yo.Desde luego había manejado la situación de una manera bastante torpe... por elmomento, pero estaba convencida de que el hotel sería de su misma opinión, así que,moviéndose con cuidado para que no se le cayera la toalla, se acercó al armario abrióla maleta y sacó algunas prendas.Mientras entraba en el baño, le oyó decir:—Bonita vista.Y no estaba mirando por la ventana.Holt dejó por fin que su sonrisa aflorara a la superficie, ya que había estadoconteniéndola en los últimos minutos. Hannah Jansen, cone,tenía un par de piernaspreciosas. Y la toalla blanca hacía poco para disimular su figura curvilínea. Mientrashablaban, había estado invocando a cualquier poder superior para que la toalla se lecayese y poder echar un vistazo a lo que se ocultaba detrás. Pero evidentemente noechado suficiente carne en el asador.La próxima vez, lo intentaría con más ganas.Sin embargo, no estaba dispuesto a poner en peligro el futuro de su ranchoganadero de Montana por una mujer, por muy hermosa que fuera. Ya había jugadoantes a ese juego y había perdido, y era una persona que intentaba no tropezar dosveces en la misma piedra.Diez minutos más tarde, cuando Hannah volvió a salir del baño, Holt tuvo quereafirmarse en su convicción.Su pelo color miel se rizaba a la altura de los hombros, invitando a un hombre aacariciarlo. Se había vestido de forma sencilla pero elegante con una blusa ampliaque recogía en la cintura ajustada de unos pantalones. Llevaba poco maquillaje yunos sencillos pendientes de aro, y tan inocente parecía que Holt casi se echó a reír.No había vuelto a ser tan inocente desde que tuviera catorce años y la amiga desu madre lo sedujera. Y ya habían pasado catorce años desde aquello.A Hannah debía faltarle media docena de años para cumplir la treintena, y dealgún modo, eso le hizo sentirse viejo.Escaneado por Lina y corregido por LailaNº Paginas 5-96 [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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